Susana Mangana es especialista en estudios árabes e islámicos. Docente y analista internacional, además de directora del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Católica, así como también es panelista permanente de las tertulias del programa “En Perspectiva” de radio El Espectador, y de paso por nuestra ciudad, dialogó con EL PUEBLO tanto sobre su especial relación personal y el de España con el mundo árabe.
- ¿Dónde nació?
- Nací en el País Vasco, mis orígenes son gallegos, pero me defino a mí misma como mediterránea.
- ¿Qué empatía especial existe por parte de los españoles con el mundo árabe?
- Hay muchas, somos países vecinos. Recordemos que tanto Marruecos como Argelia o Túnez, comparten ese Mediterráneo, Mare Nostrum, con Europa, por tanto, las mismas aguas que bañan a España también bañan al norte de África, es bueno recordarlo. Pero además, España tiene una deuda histórica con los pueblos árabes. Recordemos que ya con Franco en declive tienen que laudar el capítulo de las colonias que tenía en África, entre ellas el Sahara español, el Sahara occidental, recibe un apoyo importante de los Países Árabes para volver a insertarse en lo que es el conjunto de naciones a nivel mundial. Entonces España adquiere una vinculación también por los ocho siglos que tuvimos presencia musulmana en el sur, en Andalucía pero también en Portugal. Desconocer ese legado es desconocer parte de nuestra riqueza cultural, y no es bueno hacer eso.
- Queda claro qué une a los españoles con el mundo árabe, pero de ahí al extremo, como en su caso, de hablar correctamente en árabe…
- Hombre, pero es muy diferente, no tiene nada que ver, claro que no, yo tuve que estudiar en la universidad y tuve que dedicarle muchas horas y esfuerzo. Lo tomé como un objeto de estudio, igual que podría haber estudiado agronomía o física cuántica…
- Pero, ¿por qué?
- Decidí estudiar porque había una oportunidad. Como decido a mis 18 años irme de casa a estudiar una carrera, quería irme lejos, quería vivir otras experiencias, siempre he sido muy curiosa, muy viajera, decidí postularme a universidades en Gran Bretaña. En ese momento estudiaba inglés, me gustaba mucho ese idioma, y quería vivir una experiencia fuera de mi país, se me ofrece una oportunidad de estudio en la Universidad de Londres y elegí una carrera un poquito al azar, me pareció que era interesante combinar economía, que es una carrera más ortodoxa, más tradicional, economía internacional sobre todo, con énfasis en el idioma árabe, era algo inusual. No hubiera podido estudiar eso en España, tampoco en el País Vasco, no es normal que exista ese binomio, un idioma moderno –porque el árabe sigue siendo un idioma moderno-, contemplado por Naciones Unidas como un idioma oficial, y economía, por ejemplo.
Entonces, comencé a estudiar el árabe a la edad de 18 años y después me trasladé con 19 años a Alejandría para cursar íntegramente un año con la Facultad de Letras, que es donde adquiero no solo el idioma clásico sino también el dialectal egipcio coloquial.
- ¿Usted fue invitada por el presidente Tabaré Vázquez a acompañarlo en una delegación oficial al mundo árabe?
- Si, fue en 2007 y 2008, viajé con él como traductora de idioma árabe a español. Sucede que uno además de traducir tiene que interpretar la cultura, no es solo traducir las palabras sino interpretar la gestualidad, la vestimenta, hasta cómo está trabajando el protocolo, qué decisiones uno escucha tras bambalinas. Así que tuve el inmenso placer, el honor, de que me convocaran de Cancillería uruguaya para acompañar al doctor Vázquez y su comitiva presidencial a Emiratos Árabes Unidos y a Katar en el 2007, y en el 2008 repetimos la experiencia, esta vez viajando al Reino de Arabia Saudí.
- ¿Y cuál fue el objeto de la visita?
- El objetivo era afianzar lazos bilaterales, demostrar interés de Uruguay en la cultura pero también en la economía y en el comercio de aquellos países, son países que tienen una alta capacidad de inversión y por tanto, es muy interesante como vínculo económico comercial para Uruguay. Y sobre todo porque en ese año 2007 se abrió el Consulado General de Uruguay en Dubai, que es uno de los emiratos más conocido de los siete que conforman Emiratos Árabes Unidos. Se trata de un emirato con mucha pujanza económica, sobre todo en el sector de bienes raíces y turismo.
- Pero nunca llegaron inversiones árabes a Uruguay.
- Pasa que eso no es solo ir, visitar, volver y olvidarse. El presidente abre camino pero otros tienen que también esforzarse y después continuar la relación, eso es un trabajo de hormiga que hay que enseñárselo, por ejemplo, a los chicos en la universidad. Es lo que yo me devano los sesos día a día para explicar a mis estudiantes, que querer vender algo no es solo presentar un producto sobre la mesa, no es solo llevar un contrato legible o que no tenga ningún reparo desde el punto de vista legal. La vinculación, la confianza necesita horas de esfuerzo y dedicación, eso a veces no siempre lo notamos en el mundo empresarial, no solo en Uruguay sino en otros países también.
- ¿Cuándo se radicó en Uruguay?
- Llegué la primera vez en 1994, pero solo por un mes, nada más. Después ya me quedé a residir aquí en 1996 como por dos años, y finalmente vuelvo en el 2005 también por un período de dos años. Cuando me alejo otra vez me voy a vivir a Dubai, y ya desde entonces he estado visitando, yendo y viniendo pero finalmente me he afincado en Uruguay, yo diría que desde 2009, 2010 es que estoy radicada en Uruguay.
- ¿Al casarse con un uruguayo?
- Me casé con un uruguayo, aunque a mí me gusta decir en clave de ironía, que hoy ya no es por el uruguayo que estoy, porque de hecho él ha viajado más que yo, sino porque me tira mucho el Uruguay, tengo amigos, adoro lo que hago, me gusta mucho mi trabajo y creo que a mi manera estoy aportando una mirada sobre cuestiones que eran desconocidas en Uruguay. Así que lo que hoy me hace echar raíces en Uruguay es sobre todo mi trabajo y el cariño que recibo del público uruguayo, aquel que conozco a través de clases y el desconocido que me escucha pero que me saluda en la calle.
- ¿Extraña a España?
- Mucho, extraño cosas porque uno no puede dejar de tener memoria, si no uno se va un poquito enfriando, se va volviendo una persona mucho más fría, menos cálida. Recuerdo mucho a mi familia y las comidas familiares, recuerdo a algunas amistades, pero por sobre todo esos momentos de sentarse en una cafetería y tomarte una cervecita a las siete de la tarde, un pinchito (aperitivo) y hablar de todo y de nada, esa cultura que tenemos los españoles del bar, a veces se echa en falta.
Igual que aquí tienen el mate y seguramente en Salto van a la costanera para relacionarse, en España vamos mucho al bar, nos sentamos, nos comunicamos y ahí arreglamos al mundo. Eso muchas veces lo extraño, pero cada vez menos porque ya también he adquirido costumbres de Uruguay, y aprendo a vivir en cada sitio con las pautas, las normas y costumbres de cada lugar.
- ¿Hay alguna diferencia entre ser árabe y musulmán o es lo mismo?
- No es lo mismo, hay que diferenciar de entrada entre árabe y musulmán. Árabe refiere a la etnia mientras que musulmán refiere a la fe que la persona profesa, por tanto hay muchos más millones de musulmanes en el mundo que árabes. Concretamente hoy hablamos de 1.400 millones de musulmanes distribuidos por toda la geografía del planeta; es decir, están presentes en los cinco continentes, inclusive pocos, pero hay algunos residiendo en el territorio uruguayo. Mientras que árabes son aquellos que se definen como herederos de la lengua y la cultura que manó de las arenas del desierto, de lo que es hoy la península arábiga, y por tanto son 270 millones de personas que se definen como árabes y que por lo general tienden a vivir en países árabes que son aquellos que integran la Liga de Estados Árabes con sede en El Cairo (Egipto), y al día de hoy son 21 + 1. ¿Por qué hago la aclaración? Porque para los árabes son 22 países, pero para occidente hay uno que todavía no se reconoce como Estado independiente y soberano que es Palestina.
- ¿Qué está ocurriendo en el mundo árabe con tantas revoluciones y cambios de gobierno que hemos visto recientemente en las noticias?
- Lo que hay que saber es que estas revueltas árabes se producen a partir de un hecho muy triste, muy trágico, como fue la inmolación de un joven informático tunecino que harto de vivir frustraciones varias sin ver futuro en su vida, sin recibir una respuesta cabal de las autoridades de su localidad natal, decide terminar su vida de la manera más trágica que es quitársela quemándose a lo bonzo, no atentando contra nadie, no hiriendo, no lastimando a nadie salvo asimismo. Es el último gesto de dignidad que le cabe al ser humano.
Ese hecho lamentable, llamó la atención poderosamente de toda la población tunecina que se sintió identificada con este joven, porque él resumió el hartazgo, las frustraciones y la sumatoria de enojos que venían acumulando generaciones enteras de árabes. Entonces, como reguero de pólvora, ese capítulo de Túnez va saltando de país en país, primero Egipto, Marruecos, luego Libia, también Jordania, Siria, Baréin y Yemen…
- ¿Fue un efecto contagio?
- Así es…
- ¿Por qué?
- Porque hay un mismo caldo de cultivo que se repite de un país a otro…
- ¿Qué elementos hay en esta situación que se repiten?
- La corrupción que corroe el sistema por completo, prácticas clientelares de nepotismo, sobre todo mala praxis económica, una diligencia ineficaz que solo mira por el bolsillo de la élite financiera, militares que se pegaron al poder al calor de las independencias pero que después nunca más largaron el sillón del poder, no ha habido regeneración política, es decir, no ha existido un plan de recambio generacional, y esto acabó por hartar a una población joven preparada que ansía libertades…
- ¿De qué tipo?
- Principalmente económicas, cívicas, libertad de expresión. Por tanto no hay que confundir al movimiento de indignados, por ejemplo de Wall Street (Estados Unidos) y el de Madrid (España) con el “¡Basta Ya!” de la población árabe…
- ¿Así que no hubo ningún tipo de influencia occidental en esas revueltas?
– Yo creo que es al revés. Las revueltas occidentales, lo que llamamos el capítulo de los movimientos de indignados a nivel mundial, se inspiran en la Plaza Liberación o la Plaza Tahrir de El Cairo, la capital egipcia, porque se dieron cuenta que si ellos se despertaban y eran capaces de quitarse el miedo de encima y deshacerse de un tirano poderoso como son los ex presidentes de estos países, también entonces los jóvenes de Europa de la clase media tenían que movilizarse y protestar por mayor democracia o por una democracia real.
Susana Mangana es especialista en estudios árabes e islámicos. Docente y analista internacional, además de directora del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Católica, así como también es panelista permanente de las tertulias del programa “En Perspectiva” de radio El Espectador, y de paso por nuestra ciudad, dialogó con EL PUEBLO tanto sobre su especial relación personal y el de España con el mundo árabe.
– ¿Dónde nació?
– Nací en el País Vasco, mis orígenes son gallegos, pero me defino a mí misma como mediterránea.
– ¿Qué empatía especial existe por parte de los españoles con el mundo árabe?
– Hay muchas, somos países vecinos. Recordemos que tanto Marruecos como Argelia o Túnez, comparten ese Mediterráneo, Mare Nostrum, con Europa, por tanto, las mismas aguas que bañan a España también bañan al norte de África, es bueno recordarlo. Pero además, España tiene una deuda histórica con los pueblos árabes. Recordemos que ya con Franco en declive tienen que laudar el capítulo de las colonias que tenía en África, entre ellas el Sahara español, el Sahara occidental, recibe un apoyo importante de los Países Árabes para volver a insertarse en lo que es el conjunto de naciones a nivel mundial. Entonces España adquiere una vinculación también por los ocho siglos que tuvimos presencia musulmana en el sur, en Andalucía pero también en Portugal. Desconocer ese legado es desconocer parte de nuestra riqueza cultural, y no es bueno hacer eso.
– Queda claro qué une a los españoles con el mundo árabe, pero de ahí al extremo, como en su caso, de hablar correctamente en árabe…
– Hombre, pero es muy diferente, no tiene nada que ver, claro que no, yo tuve que estudiar en la universidad y tuve que dedicarle muchas horas y esfuerzo. Lo tomé como un objeto de estudio, igual que podría haber estudiado agronomía o física cuántica…
– Pero, ¿por qué?
– Decidí estudiar porque había una oportunidad. Como decido a mis 18 años irme de casa a estudiar una carrera, quería irme lejos, quería vivir otras experiencias, siempre he sido muy curiosa, muy viajera, decidí postularme a universidades en Gran Bretaña. En ese momento estudiaba inglés, me gustaba mucho ese idioma, y quería vivir una experiencia fuera de mi país, se me ofrece una oportunidad de estudio en la Universidad de Londres y elegí una carrera un poquito al azar, me pareció que era interesante combinar economía, que es una carrera más ortodoxa, más tradicional, economía internacional sobre todo, con énfasis en el idioma árabe, era algo inusual. No hubiera podido estudiar eso en España, tampoco en el País Vasco, no es normal que exista ese binomio, un idioma moderno –porque el árabe sigue siendo un idioma moderno-, contemplado por Naciones Unidas como un idioma oficial, y economía, por ejemplo.
Entonces, comencé a estudiar el árabe a la edad de 18 años y después me trasladé con 19 años a Alejandría para cursar íntegramente un año con la Facultad de Letras, que es donde adquiero no solo el idioma clásico sino también el dialectal egipcio coloquial.
– ¿Usted fue invitada por el presidente Tabaré Vázquez a acompañarlo en una delegación oficial al mundo árabe?
– Si, fue en 2007 y 2008, viajé con él como traductora de idioma árabe a español. Sucede que uno además de traducir tiene que interpretar la cultura, no es solo traducir las palabras sino interpretar la gestualidad, la vestimenta, hasta cómo está trabajando el protocolo, qué decisiones uno escucha tras bambalinas. Así que tuve el inmenso placer, el honor, de que me convocaran de Cancillería uruguaya para acompañar al doctor Vázquez y su comitiva presidencial a Emiratos Árabes Unidos y a Katar en el 2007, y en el 2008 repetimos la experiencia, esta vez viajando al Reino de Arabia Saudí.
– ¿Y cuál fue el objeto de la visita?
– El objetivo era afianzar lazos bilaterales, demostrar interés de Uruguay en la cultura pero también en la economía y en el comercio de aquellos países, son países que tienen una alta capacidad de inversión y por tanto, es muy interesante como vínculo económico comercial para Uruguay. Y sobre todo porque en ese año 2007 se abrió el Consulado General de Uruguay en Dubai, que es uno de los emiratos más conocido de los siete que conforman Emiratos Árabes Unidos. Se trata de un emirato con mucha pujanza económica, sobre todo en el sector de bienes raíces y turismo.
– Pero nunca llegaron inversiones árabes a Uruguay.
– Pasa que eso no es solo ir, visitar, volver y olvidarse. El presidente abre camino pero otros tienen que también esforzarse
y después continuar la relación, eso es un trabajo de hormiga que hay que enseñárselo, por ejemplo, a los chicos en la universidad. Es lo que yo me devano los sesos día a día para explicar a mis estudiantes, que querer vender algo no es solo presentar un producto sobre la mesa, no es solo llevar un contrato legible o que no tenga ningún reparo desde el punto de vista legal. La vinculación, la confianza necesita horas de esfuerzo y dedicación, eso a veces no siempre lo notamos en el mundo empresarial, no solo en Uruguay sino en otros países también.
– ¿Cuándo se radicó en Uruguay?
– Llegué la primera vez en 1994, pero solo por un mes, nada más. Después ya me quedé a residir aquí en 1996 como por dos años, y finalmente vuelvo en el 2005 también por un período de dos años. Cuando me alejo otra vez me voy a vivir a Dubai, y ya desde entonces he estado visitando, yendo y viniendo pero finalmente me he afincado en Uruguay, yo diría que desde 2009, 2010 es que estoy radicada en Uruguay.
– ¿Al casarse con un uruguayo?
– Me casé con un uruguayo, aunque a mí me gusta decir en clave de ironía, que hoy ya no es por el uruguayo que estoy, porque de hecho él ha viajado más que yo, sino porque me tira mucho el Uruguay, tengo amigos, adoro lo que hago, me gusta mucho mi trabajo y creo que a mi manera estoy aportando una mirada sobre cuestiones que eran desconocidas en Uruguay. Así que lo que hoy me hace echar raíces en Uruguay es sobre todo mi trabajo y el cariño que recibo del público uruguayo, aquel que conozco a través de clases y el desconocido que me escucha pero que me saluda en la calle.
– ¿Extraña a España?
– Mucho, extraño cosas porque uno no puede dejar de tener memoria, si no uno se va un poquito enfriando, se va volviendo una persona mucho más fría, menos cálida. Recuerdo mucho a mi familia y las comidas familiares, recuerdo a algunas amistades, pero por sobre todo esos momentos de sentarse en una cafetería y tomarte una cervecita a las siete de la tarde, un pinchito (aperitivo) y hablar de todo y de nada, esa cultura que tenemos los españoles del bar, a veces se echa en falta.
Igual que aquí tienen el mate y seguramente en Salto van a la costanera para relacionarse, en España vamos mucho al bar, nos sentamos, nos comunicamos y ahí arreglamos al mundo. Eso muchas veces lo extraño, pero cada vez menos porque ya también he adquirido costumbres de Uruguay, y aprendo a vivir en cada sitio con las pautas, las normas y costumbres de cada lugar.
– ¿Hay alguna diferencia entre ser árabe y musulmán o es lo mismo?
– No es lo mismo, hay que diferenciar de entrada entre árabe y musulmán. Árabe refiere a la etnia mientras que musulmán refiere a la fe que la persona profesa, por tanto hay muchos más millones de musulmanes en el mundo que árabes. Concretamente hoy hablamos de 1.400 millones de musulmanes distribuidos por toda la geografía del planeta; es decir, están presentes en los cinco continentes, inclusive pocos, pero hay algunos residiendo en el territorio uruguayo. Mientras que árabes son aquellos que se definen como herederos de la lengua y la cultura que manó de las arenas del desierto, de lo que es hoy la península arábiga, y por tanto son 270 millones de personas que se definen como árabes y que por lo general tienden a vivir en países árabes que son aquellos que integran la Liga de Estados Árabes con sede en El Cairo (Egipto), y al día de hoy son 21 + 1. ¿Por qué hago la aclaración? Porque para los árabes son 22 países, pero para occidente hay uno que todavía no se reconoce como Estado independiente y soberano que es Palestina.
– ¿Qué está ocurriendo en el mundo árabe con tantas revoluciones y cambios de gobierno que hemos visto recientemente en las noticias?
– Lo que hay que saber es que estas revueltas árabes se producen a partir de un hecho muy triste, muy trágico, como fue la inmolación de un joven informático tunecino que harto de vivir frustraciones varias sin ver futuro en su vida, sin recibir una respuesta cabal de las autoridades de su localidad natal, decide terminar su vida de la manera más trágica que es quitársela quemándose a lo bonzo, no atentando contra nadie, no hiriendo, no lastimando a nadie salvo asimismo. Es el último gesto de dignidad que le cabe al ser humano.
Ese hecho lamentable, llamó la atención poderosamente de toda la población tunecina que se sintió identificada con este joven, porque él resumió el hartazgo, las frustraciones y la sumatoria de enojos que venían acumulando generaciones enteras de árabes. Entonces, como reguero de pólvora, ese capítulo de Túnez va saltando de país en país, primero Egipto, Marruecos, luego Libia, también Jordania, Siria, Baréin y Yemen…
– ¿Fue un efecto contagio?
– Así es…
– ¿Por qué?
– Porque hay un mismo caldo de cultivo que se repite de un país a otro…
– ¿Qué elementos hay en esta situación que se repiten?
– La corrupción que corroe el sistema por completo, prácticas clientelares de nepotismo, sobre todo mala praxis económica, una diligencia ineficaz que solo mira por el bolsillo de la élite financiera, militares que se pegaron al poder al calor de las independencias pero que después nunca más largaron el sillón del poder, no ha habido regeneración política, es decir, no ha existido un plan de recambio generacional, y esto acabó por hartar a una población joven preparada que ansía libertades…
– ¿De qué tipo?
– Principalmente económicas, cívicas, libertad de expresión. Por tanto no hay que confundir al movimiento de indignados, por ejemplo de Wall Street (Estados Unidos) y el de Madrid (España) con el “¡Basta Ya!” de la población árabe…
– ¿Así que no hubo ningún tipo de influencia occidental en esas revueltas?
– Yo creo que es al revés. Las revueltas occidentales, lo que llamamos el capítulo de los movimientos de indignados a nivel mundial, se inspiran en la Plaza Liberación o la Plaza Tahrir de El Cairo, la capital egipcia, porque se dieron cuenta que si ellos se despertaban y eran capaces de quitarse el miedo de encima y deshacerse de un tirano poderoso como son los ex presidentes de estos países, también entonces los jóvenes de Europa de la clase media tenían que movilizarse y protestar por mayor democracia o por una democracia real.
PERFIL DE SUSANA MANGANA
Casada, tiene cuatro hijos. Es del signo de Cáncer. De chiquita quería ser bailarina, azafata, actriz, maestra… Dice no ser hincha de ningún cuadro, “pero me gusta hinchar por la celeste cuando juega”.
¿Una asignatura pendiente?
Escribir un libro.
¿Una comida?
El pescado y la ensalada.
¿Una película?
Los puentes de Madison.
¿Un libro?
Cien años de soledad.
¿Un hobby?
La lectura.
¿Qué le gusta de la gente?
Conversar con ella.
¿Qué no le gusta de la gente?
Las mentiras.