Si algo caracterizó el transcurso del año que se termina en pocos días, la pandemia del COVID-19 se lleva todas las miradas por lejos. Pocos sucesos han marcado tanto y quedarán en la memoria, a la altura de hechos históricos que marcaron un antes y un después. A partir de la misma, fue posible la construcción de un sentimiento que terminó llevando a ponernos a prueba como sociedad en su conjunto, como pocas veces antes se lo había hecho a las generaciones que presenciamos las implicancias que tuvo la crisis sanitaria alrededor del mundo.
Las líneas que introducen el presente artículo, buscan hacer una síntesis de los principales hechos ocurridos a lo largo del año 2020 y lo que se pueda esperar del que vendrá. Quizás, resulta más que claro ahora que el futuro no puede predecirse, en un momento en el que podrían venirse a nuestra memoria imágenes de grandes ciudades turísticas desoladas, desde París a Roma, pasando por Barcelona o Buenos Aires, debido a las cuarentenas obligatorias o los slogan resumidos en «quedate en casa». Los característicos aplausos desde los balcones a enfermeros, médicos y personal de la salud por el papel que han jugado y siguen jugando en la evolución de los casos o el mismo uso de tapabocas por todos, desde niños hasta ancianos, se ha consolidado como un hábito que poco a poco, de menos a más, se fue naturalizando.
Aunque aún nos sigan sorprendiendo las fotografías en las que jefes de gobierno o familiares alrededor de un cumpleaños íntimo tienen tapabocas, ello ya forma parte del paisaje que hace a la «nueva normalidad».
De forma complementaria a la «nueva normalidad» marcada por la pandemia, pero no por ello menos importante, desde una «lupa política», un 2020 que trajo consigo un nuevo Gobierno Nacional, de coalición, liderado por el Dr. Luis Lacalle Pou del Partido Nacional, y en el que por primera vez en muchos años un nuevo partido como Cabildo Abierto su suma el poder político; y de igual modo, pero desde una mirada local, en Salto, otro hecho sustantivo es un segundo Gobierno Departamental en Salto del Dr. Andrés Lima del Frente Amplio.
A partir de lo descrito en el párrafo anterior, sin dudas, un sinfín de aristas y cuestiones que terminan por reconfirmar la importancia que tiene la articulación público-privada, la local-nacional y la necesaria construcción de espacios de diálogo para generar consensos y disensos sobre todo lo que atañe al desarrollo. No porque ello sea respondido por un «porque sí», la verdadera importancia que ahora más tienen dichos procesos de complementariedad institucional y de fuerzas vivas, cuando se hacen apremiantes las crisis económicas, sanitarias y políticas.
Lo que veíamos en 2019
El pasado 18 de diciembre de 2019, cuando publicábamos «Lo que el 2019 nos dejó», ya clásico artículo de cierre de año de Link de El Pueblo, no advertimos sobre la ocurrencia del cisne negro que tiró por la borda todas las «bonitas» planificaciones que se tenían para el año 2020. A pesar de ello, en aquel artículo se le daba un papel preponderante a la promoción de la ciencia, tecnología e innovación, no como un medio que en retrospectiva nos dimos cuenta que contribuye a sortear los obstáculos que diariamente plantea la pandemia del COVID-19, sino más como un eje transversal del desarrollo de los países, y todo ello, en clave de definiciones de Presupuesto Nacional, para el nuevo quinquenio que iniciaba:
En el año que se avecina, cabrá confirmar qué tan cerca o lejos quedará Uruguay respecto al presupuesto dedicado a I+D, ubicado actualmente en torno al 0,4%, muy lejos del 1% recomendado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Sin embargo, la buena noticia es que todos los programas de gobierno para el período 2020-2025 de todos los partidos políticos con representatividad en el Poder Legislativo, en «el papel» tienen importantes coincidencias sobre el papel fundamental que tiene la innovación como palanca de crecimiento y desarrollo.
Complementario a esto, la antesala del 2020 estaba más marcada por las interrogantes que traía el cambio de Gobierno Nacional y los desafíos alrededor del ciclo electoral a nivel de Intendencias y Municipios, y junto a ello, la ocurrencia de las dinámicas institucionales esperables luego de un cambio de énfasis de las políticas que se promueven e impulsan.
Con el diario del lunes, y en retrospectiva terminan siendo muchas y de las más variadas las repercusiones que trajo en nuestro país la pandemia del COVID-19, desde la importancia de medir el impacto, buscar alternativas de acción para sectores de actividad tan golpeados por el turismo o la necesaria replanificación de lo que se pretendía hacer. Al final del día, pareciera que la innovación con el paso del año 2020, genera un punto de inflexión respecto a lo que en realidad supone; más que una «palabra de moda» percibida para una pequeña porción de emprendedores, se renombra como la mejor estrategia de supervivencia para adaptarse a los cambios del entorno.
Sin embargo, no necesariamente la innovación ni ninguna otra receta, desde la política pública, la academia o el sector privado, pudieron hacer frente a cuestiones imponderables que poco margen de maniobra han dado para lograr salvaguardar las fuentes de empleo. De acuerdo a datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la pandemia de COVID-19 destruirá 195 millones de puestos de trabajo. Con ello, la consolidación de procesos que venían siendo más incipientes previo a la crisis sanitaria tal como la denominada transición ecológica o la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Los grandes desafíos del
sector turístico
El pasado 10 de noviembre de 2019 decíamos en un artículo titulado Asuntos clave del sector turismo en tiempo de pandemia:
La reactivación turística es un reto. La emergencia sanitaria no genera cambios alrededor de los asuntos clave históricos del turismo en Salto, al contrario, genera una mayor urgencia a la hora de abordarlos, pero sin perder de vista que lejos de cualquier «circo de querer vender soluciones», con mucho pragmatismo, hoy mucho más que en tiempos anteriores el sector necesita resultados concretos, medibles y capaces de apagar los grandes incendios que la bomba de la pandemia del COVID-19 ha dejado, deja y seguirá dejando durante mucho tiempo más.
El Fondo de Desarrollo Territorial impulsado por la Agencia Nacional de Desarrollo Económico (ANDE) el Congreso de Intendentes y la Unión Europea tuvo en 2020 su primera edición, y como era de esperarse, la totalidad de los proyectos que se aprobaron tuvieron dentro de su alcance la generación de actividades que permitan contrarrestar las grandes pérdidas de un sector tan golpeado como el turismo.
Si de sectores de actividad que debieron repensar de forma creativa estrategias para caminar en la adversidad, el sector turismo es uno de ellos sino lo es el principal. Junto a procesos que buscan aportar granitos de arena a una situación tan compleja, otras dinámicas que terminaron favoreciendo el fortalecimiento de espacios de articulación como el fortalecimiento de la Mesa Estratégica de Turismo o el resurgimiento de Destino Termas como marca de Salto en lo relativo al sector, han surgido.
De ahora en más, nuevos puntos de inflexión se generarán y darán paso a nuevas formas de entender la actividad turística pero a pesar de ello, el denominador en común respecto a su papel fundamental en las dinámicas de desarrollo de cualquier territorio.
La digitalización de la oferta, ¿obligatoria?
La digitalización del sector MIPYME se ha visto, por necesidad o por convencimiento, acelerada de manera exponencial El 2020 se termina y junto a él, la generación de procesos como el impulsado por el Centro Comercial e Industrial de Salto denominado ProDigital Salto o Industria 4.0 de Impulsa Industria liderado por la Cámara de Industrias del Uruguay, financiados respectivamente por la Agencia Nacional de Desarrollo Económico (ANDE) y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP).
Con la «nueva normalidad» un nuevo tipo de segmento de clientes habrá, mucho más cauteloso a la hora de comprar, sea por la situación de empleo y sus ingresos, como así su propia salud y la de su familia. Con ello, no es ilógico creer que debido a temores que aún persistirán sobre el contagio del virus la movilidad y los hábitos de consumo se verán afectados de gran manera.
Aquí, a la hora de hablar de desarrollo e impulso de las nuevas tecnologías y su impacto en las cadenas productivas, no es de dudar la llegada de nuevos programas que busquen mejorar la productividad y eliminar tareas que no agregan valor a través de la transformación digital. Sin embargo, detrás de esto y como un factor de urgencia, la importancia que cada vez tendrá la reconversión laboral y la generación de competencias para las nuevas realidades que ya son hoy «viejas».
A modo de conclusión: optimismo y prudencia
Más que en otras oportunidades, el año 2020 debería verse con optimismo, buscando encontrar a pesar de todas las dificultades, ya vistas de una manera mucho más clara, el «vaso medio lleno». La pandemia ha generado una irrupción en la forma en que entendíamos la manera de hacer las cosas.
Lejos de cualquier chiclé, termina siendo más que una conveniencia, una necesidad imperiosa reconstruir relatos que nos hagan darle sentido a la «nueva normalidad». Mientras las idas y venidas que hacen al descubrimiento de una vacuna que permita «dar vuelta la taba», la vida sigue, y junto a ella, la oportunidad de volver a «creer» en la planificación del año que vendrá; seguramente sabiendo mucho más que antes, habiendo aprendido a golpes, que las planificaciones y las agendas que querremos cumplir, están sujetas a dinámicas en las que no siempre querer es poder. No obstante, luego de cada caída, la oportunidad para volver a levantarse con resiliencia.
Lic. Nicolás Remedi Rumi